Historia

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El Jinquer
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

La Sierra de Espadán ha estado vinculada al hombre desde tiempo inmemorial. Esta presencia queda probada en las poblaciones de la sierra, por ejemplo, por las muestras de la industria microlítica del Mesolítico en el Valle de Artana o los restos neolíticos de Eslida.

 

En la Edad del Bronce debieron existir numerosos poblados diseminados por toda la sierra que han dejado yacimientos en algunas poblaciones como Chovar, Artana o Alcudia de Veo.

 

La etapa Ibérica de la Sierra de Espadán es también fructífera en cuanto a los yacimientos arqueológicos, como los de Algimia de Almoinacid, Almedíjar o Chovar.

 

Durante la época romana, algunas poblaciones como Oleastrum (Eslida) alcanzaron cierta importancia, conservándose algunos restos de cerámica, vestigios de una calzada, inscripciones sobre roca o acueductos como el “Arquet” de Alfondeguilla.

 

La época árabe es la de mayor esplendor para la Sierra de Espadán. Los topónimos de la zona muestran de forma patente su origen árabe (Aín, Sueras, Almonacid,…) o preislámico (Artana, Eslida, Tales, Xinquer,…). Durante esta época se edifican castillos en casi todas las poblaciones. Hoy en día se conservan los restos de más de 20 castillos y torreones como los de Almonacir, Azuebar, Aín o Alcudia de Veo. La ganadería y la agricultura alcanzan un gran auge gracias a los avanzados sistemas de riego que incluían acequias, balsas, norias, presas y acueductos (de los que también tenemos restos en la actualidad) y a la creación de los bancales o aterrazamientos. De hecho, la Sierra de Espadán constituyó un importante centro económico, comercial y cultural contando con una prestigiosa escuela coránica cuya sede estuvo en Eslida y posteriormente en Alfondeguilla.

 

Cuando Jaime I inicia su conquista, establece una serie de pactos con las poblaciones de la Sierra encaminados hacia su sometimiento, con ello los pobladores de Espadán mantienen su cultura y sus costumbres sociales a costa de grandes presiones económicas y de un gran aislamiento.

 

En el siglo XVI la presión sobre los pobladores musulmanes aumentó, con las conversiones forzosas sobre la población morisca decretada en la revuelta de las Germanías (1519-1522). Solo unos años después, en 1526 se produce el levantamiento de los moriscos de la Sierra de Espadán, que ofrecieron una feroz resistencia a las tropas reales y solo fueron vencidas tras cruentas batallas, que tuvieron lugar en las cercanías de la población de Aín y del actual despoblado de Benialí. Tras la revuelta y el posterior decreto de desarme, fomentaron un incesante goteo hacia el norte de África como las revueltas entre quienes defendían e impulsaban su cultura y su religión hasta que el 11 de septiembre de 1609 fueron expulsados definitivamente con lo que la Sierra entra en una etapa de fuerte depresión económica y poblacional. El abandono de sus pobladores supone un drama económico y social, pues toda la cultura atesorada por estos pobladores durante generaciones desaparece y todas las tierras quedarán abandonadas y sin cultivar.

 

A partir de esta fecha los señores feudales acometen un lento y difícil proceso de repoblación con cristianos de zonas próximas, con aragoneses e incluso navarros. La tarea no fue fácil pues había que atraer a nuevos habitantes a zonas que no eran especialmente ricas desde el punto de vista agrícola. Este proceso de repoblación fue muy lento y se tardó en recuperar los niveles de población previos a la expulsión un siglo y medio.

 

En el siglo XVIII puede observarse un resurgir de los pueblos de Espadán, se plantan alcornoques, olivos y viñedos, se canaliza el agua para su mejor aprovechamiento, se desarrollan el comercio de la nieve y la minería, aumenta la ganadería local y la trashumancia.

 

En el siglo XIX, gracias al escarpado relieve de Espadán, la Sierra se convierte en refugio de bandoleros y base estratégica para carlistas que se aprovechan de plazas como el castillo de Artana o el de Tales.

 

Durante la guerra civil, la Sierra de Espadán es escenario de frentes estables y de gran resistencia. Los dos bandos aprovecharon las cumbres agrestes y puntos de paso estratégicos como el castillo de Castro de Alfondeguilla. Aún hoy pueden encontrase numerosas trincheras y nidos de ametralladoras.

 

En la posguerra, la actividad industrial se reduce y los recursos económicos escasean. Para poder subsistir, se hacen necesarios el carboneo y la recogida de “maleza” para hacer funcionar los incipientes hornos de las fábricas azulejeras.

 

El despoblamiento de Espadán es evidente durante todo el siglo XX. Al principio, por la guerra y sus efectos y, posteriormente, por el atractivo económico de las zonas circundantes. Estos cambios que, en principio, pudieron facilitar la recuperación de los bosques, favorecieron también los grandes incendios que asolaron la Sierra durante el último tercio de siglo.