Flora y vegetación

Flora y vegetación

 
 
 
 


Erica multiflora 
 

La vegetación del Montgó, fué uno de los principales motivos para la declaración de este espacio protegido. La geología combinada con el clima de esta zona posibilitan la aparición y distribución de más de 650 especies diferentes de flora que pueblan los distintos ecotopos. Este extenso catálogo florístico que encontramos en un relativamente pequeño espacio, y la abundancia de endemismos que aquí se dan, son motivo suficiente, para su declaración como Parque Natural.

En las cumbres del Montgó, crecen el coscojar y el romeral con abundancia de espliego dentado. El coscojar está constituido por grandes arbustos como la coscoja (Quercus coccifera) el lentisco (Pistacia lentiscus), el aladierno (Rhamnus alaternus), etc.; y el romeral lo forman el romero (Rosmarinus officinalis), el brezo (Erica multiflora) , la aliaga (Ulex parviflorus), el espliego dentado (Lavandula dentata) o la estepa blanca (Cistus albidus), entre otros. Estas comunidades de arbustos sustituyen al carrascal, comunidad con un estrato arbóreo dominado por la carrasca (Quercus ilex rotundifolia), de cuya presencia únicamente queda constancia en las áreas más recogidas y con suelos profundos, donde la mano del hombre y el fuego han llegado con menor frecuencia. El primitivo carrascal mediterráneo, antes de su sobreexplotación por parte del hombre, sería el bosque dominante en la zona.

Los acantilados de la umbría presentan unas condiciones de humedad elevada, aislamiento e inaccesibilidad, que permiten el crecimiento de numerosos endemismos como la hierba de herradura (Hippocrepis valentina), la escabiosa rupestre (Pseudoscabiosa saxatilis), la Sanguisorba ancistroides o la Sarcocapnos saetabensis. Cuando la pendiente se suaviza aparecen especies arbustivas y lianas que forman la espesa maquia típica de la umbría: la madreselva (Lonicera implexa), zarzaparrilla (Smilax aspera), el rosal silvestre (Rosa sp.), el durillo (Viburnum tinus), el fresno de flor (Fraxinus ornus) o el espino blanco (Crathaegus monogyna), son típicos de esta zona más fresca y húmeda.

En rellanos de mayor superficie se desarrolla la comunidad de sabina negral (Juniperus phoenicia) y de palmito (Chamaerops humilis) la única palmera que crece silvestre en Europa y es indicativa de la bonanza del clima en el litoral mediterraneo. En los acantilados de la solana se sitúan comunidades que se componen de especies adaptadas a la escasa humedad ambiental, la elevada insolación y las altas temperaturas, como es la comunidad de Chaenorrhium crassifolium y Teucrium hifacense. Mientras que en los acantilados del cabo de San Antonio se desarrollan comunidades caracterizadas por plantas adaptadas a vivir en fisuras, grietas y rellanos del acantilado, y a soportar en mayor o menor grado la salinidad de las salpicaduras de las olas. Muchas de estas plantas, altamente especializadas en condiciones extremas, son endémicas exclusivas de esta zona, o compartidas con las islas Baleares, con características climáticas y orográficas muy similares a las de aquí. Así encontramos especies tan interesantes como la Silene de Ifach (Silene Ifacensis), el enebro marino (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa), la Sucowia balearica, la alfalfa arbórea (Medicago citrina) o el cardo de peña (Carduncellus dianius) una planta que, a nivel mundial, únicamente crece en este punto de la peninsula Ibérica y en alguna localidad de Ibiza.

En la banda más próxima al mar, se desarrolla la comunidad de hinojo marino (Crithmum maritimum) y la zanahoria marina (Daucus gingidium) acompañados de especies endémicas de siemprevivas (Limonium rigualii). En zonas con menor pendiente crecen interesantes endemismos diánicos como la correhuela valenciana (Convolvulus valentinus), y diánico-pitíusicos como la Centaurea rouyi.

Tanto en Les Planes como en las laderas crecen el coscojar y el romeral, pero entremezclados con repoblaciones de pino carrasco (Pinus halepensis). Abundan también jarales de estepa blanca (Cistus albidus) y negra (C. Monspeliensis) indicadores de zonas que han sufrido incendios más o menos recientes en las últimas décadas. Se siguen conservando restos de cultivos de secano que recuerdan el no muy lejano pasado agrícola cuando almendros (Prunus dulcis), olivos (Olea europaea) , algarrobos (Ceratinia siliqua) , higueras ( Ficus carica) y viñas (Vitis vinifera) de preciado moscatel, se extendían por todas las tierras fértiles de valles y laderas de montañasde toda la Marina Alta.

 

Así pues, el Montgó se presenta como un auténtico tesoro botánico donde cada rincón, barranco, antiguo bancal o paredón nos sorprenderá con la riqueza de aromas, texturas, las diferentes formas y colores de su vegetación, que si bien en la distancia nos pudiera parecer pobre y escasa, una vez nos adentremos por sus sendas, se nos descubrirá como espléndida. Sobre todo si realizamos la visita en los últimos meses del invierno o a durante la primavera. Es en estos momentos cuando multitud de especies parecen entrar en competición para mostrar toda una paleta de colores que tapizan los paisajes de esta montaña, y que se encuentra al alcance de cualquier caminante, que se acerque a pasear por sus parajes.

No podemos dejar de mencionar la parte marina del Parque Natural, las comunidades vegetales bentónicas, con multitud de especies de algas que crecen en las rocas y fondos submarinos del cabo de San Antonio, como son: Padinia pavonica que recuerda la cola de un pavo, Cystoseira mediterranea o los curiosos Codium bursa y C. fragile parecidos a verdes gominolas gigantes. Destaca aquí una comunidad vegetal que ocupa un lugar preferente: las praderas de Posidonia oceanica. Se trata de una planta fanerógama que colonizó los fondos arenosos del mediterráneo, muy conocida por las grandes cantidades de hojas secas, con forma de cintas de unos 30 cm., que los temporales depositan sobre las playas. Esta especie es fundamental para la buena salud de nuestro litoral, por ser responsable de uno de los ecosistemas submarinos de mayor importancia. Las praderas que forman estas plantas, albergan multitud de especies a las que sirven de alimento, refugio, lugar de puesta, guardería de las crías... Es además una gran productora de oxígeno, y protege la arena de las playas de la erosión, así como indicadora de la buena calidad de las aguas donde habita, ya que no soporta la contaminación o la turbidez del agua.